Ryôkan, un maestro zen, vivía la vida más simple en una chozuela al pié de la montaña, Cierto anochecer, un ladrón entró en la choza, solo para descubrir que nada había en ella que robar.
Ryôkan volvió entonces y lo sorprendió. -Tal vez has hecho un largo camino para visitarme- dijo al merodeador -,y no debes irte con las manos vacías. Por favor, acepta mis ropas como presente.
El ladrón quedó desconcertado. Tomó las ropas y se fue a hurtadillas.
Ryôkan, desnudo, se sentó contemplando la luna. -Pobre hombre. Ojalá pudiera darle esta hermosa luna.
(n. 9)
Nessun commento:
Posta un commento